Reír acompañado, llorar acompañado, vivir acompañado y soñar acompañado. Compartir tus grandes momentos, tus alegrías más valiosas, tus miedos más profundos, tus obstáculos más duros, tus lágrimas más sinceras y tus risas más verdaderas.

Sentirte entendido con solo mirarte, recibir ese abrazo tan necesitado en el momento idóneo, escuchar el mejor consejo que jamás nadie te dio, compartir esos gustos tan particulares que a veces nos dan vergüenza reconocer, reíros y que nadie más entienda lo gracioso de lo sucedido, sentir que tienes el poder de leer la mente porque sabes que está pensando lo mismo que tú,… Esto y mucho más es lo maravilloso que tiene rodearse de amistades de verdad. Una amistad verdadera no es quien más tiempo pasa contigo, sino quien menos tarda en llegar cuando tu lo necesitas. Una amistad verdadera es quien te quiere de verdad. Y si hablamos de amor, no hay amor más grande que el que puede darte un amigo

Un amigo de verdad conoce tus virtudes, pero sobre todo tus defectos; conoce tus gustos, pero sobre todo lo que detestas; conoce tus puntos fuertes y te ayuda a potenciar tus flaquezas. Es tan fuerte la amistad que no habrá arma en el mundo capaz de romperla. Es tan sincero el lazo que os unirá toda la vida.

Sentirte feliz rodeado de estas personas. Donde no existe el juicio, jamás cuestionarán ninguna decisión tuya. Donde tus mayores errores los traducen en vivencias para aprender a ser más fuerte. Donde poder sentirte cómodo para ser tú mismo.

Si tuviera que escoger con quién querría pasar el resto de mis días lo tendría muy claro. Si me preguntaran cual ha sido mi verdadera historia de amor, diría con certeza que ha sido con mis grandes, sinceras y puras amistades. Dicen que “quien tiene un amigo tiene un tesoro”, yo creo que podría decir que soy rica porque me hayan permitido conocerlos. Nos acompañaremos toda la vida, miraremos hacia delante juntas y, con incertidumbre de lo que nos pueda deparar el futuro, sonreímos al pensar que venga lo que venga, lo disfrutaremos juntas.

Texto : Maria Caballero / Fotografia : Sera Maldonado